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La necesidad de renovar cosas, constantemente, aunque aún sirvan, nos llevan a generar una serie de desperdicios (y sensación de infelicidad) constantes.
Bea Johnson es una francesa de corazón californiano de apenas 46 años. Es escritora, activista y también, mamá.
Hace unos años, con el deseo de dejar un mejor planeta para sus hijos, arrancó lo que hoy conocemos como el movimiento Zero Waste.
Todo empezó con una regla en casa:
toda la basura que generaran en un día debía caber en un bote de apenas 200 mililitros.
Sí, ya sabemos que te imaginaste sacando tus enormes bolsas negras de desperdicios, así que, aunque la meta de Bea parece sencilla en primera instancia, no lo es.
La autora del libro que lleva el nombre de su movimiento también tiene un blog donde da tips muy puntuales para unirse a la causa.
Te adelantamos que, para lograrlo, debes seguir sus cinco erres:
De manera general, las erres de Bea implican decirle que no a las bolsas de plástico y a todo lo que sea de un solo uso (como las botellas de agua o los vasos de café). También, a las charolas de frutas, carnes y cualquier tipo de empaquetado.
Nos invita a preferir las compras a granel y a darle una segunda vida a todo lo que compremos.
Además, el Zero Waste promueve buscar una alternativa a los productos de limpieza que pueden ser tóxicos, no adquirir cosas que realmente no necesitemos y tener siempre en casa macetas con plantas aromáticas que sirvan para cocinar (para las cuales, claro está, prepararás la composta con la basura orgánica que generes).
Antes de hacer una compra, este movimiento ambiental (y que marca un claro y nuevo estilo de vida), nos invita a preguntarnos su origen.
Es importante saber si su cadena de producción es poco amigable con el planeta. Además, estar siempre claros de que consumimos más de lo que necesitamos.
En algunos países (como Cuba, por ejemplo), aún sin saber de la existencia de este movimiento, las necesidades y falta de bombardeo publicitario al que estamos acostumbrados millones de habitantes en este planeta, se siguen las reglas del Zero Waste porque así son sus circunstancias.
Todo sirve, todo se reutiliza y se compra solamente lo que se necesita.
Y aunque los extremos jamás fueron buenos, sí hay mucho, muchísimo, que podemos hacer para contaminar menos. Ser nobles con el medio ambiente es un acto de amor que se verá reflejado en nosotros mismos y en las futuras generaciones.