La vida laboral puede sentirse en una cuerda floja cuando se es mamá. Ahora no solo debes lidiar con las exigencias laborales, sino con las tareas del hogar y el cuidado de los hijos. Esto tiene su parte satisfactoria en la vida personal y profesional, pero también parece una competencia entre tu tiempo y energía. Sin embargo, lograr un equilibrio entre ser madre y profesionista es posible.
Lograr un bienestar personal, familiar y en el trabajo se convirtió en parte de las necesidades diarias de la mujer. Por esta razón, planificar mejor tu día a día y aprender a priorizar es algo indispensable. Quédate en este artículo y descubre cómo nuestras profesionistas y mamás han encontrado este balance en su vida. Recuerda que como ellas puedes tener éxito en todo lo que te propongas.
1. Establece límites claros hacia los demás


Los límites definidos son algo crucial para lograr un equilibrio entre tu vida personal y profesional. Fija horarios de trabajo, aun si estás en Home Office, y respétalos, aunque también decide cuando desconectarte para dedicar tiempo de calidad con tu familia. Además, comunica tus prioridades a tu equipo y familia para que entiendan tu estilo de vida antes de asumir que siempre estarás disponible.
La clave para marcar estas limitaciones es aprender a decir que no, aunque es una de las cosas que más nos cuesta trabajo. Esto se debe a que, en nuestra cultura, esto suele verse como algo poco amable. A pesar de esto, hay maneras amigables en que puedes hacerlo, por ejemplo, di “déjame checarlo con mi agenda” o “Por el momento se me complica hacerlo, pero puedo mañana temprano”.
2. Aprende que no todo es urgente aunque sea importante
Las exigencias laborales para las mujeres profesionistas piden hacer todo en un abrir y cerrar de ojos. Sin duda, hay momentos en los que hay cosas urgentes, pero tenemos que entender cuando algo puede esperar. Para hacerlo, te recomendamos priorizar tus actividades de la siguiente forma:
●Urgente. Aquellas que requieren de una acción inmediata como la resolución de una crisis. Por ejemplo, si hubo retrasos en una entrega que debe salir ese mismo día o, en tu casa, si uno de tus hijos se lastima jugando y debe ir al médico.
●Importante. Considera de este modo las actividades que requieren mayor tiempo, pero no una acción inmediata. Así como un proyecto nuevo que se presentará a final de mes o cuando haya un evento importante en la escuela de tus niños.
●Normal. Incluye todas tus tareas del día a día que ya haces con regularidad y puedes delimitar con mayor facilidad. Como ejemplo, los informes que debes pasar a tu jefe cada quincena o preparar el desayuno para tu familia todas las mañanas.
Antes de decir que sí a todo y que sale hoy mismo, pregúntate ¿esto contribuye a mi bienestar o al de mi familia? ¿En serio es urgente o puede esperar? ¿Cuánto afectará a mi relación con la familia hacerlo? De esta forma, tendrás mucho más claro cuáles son tus prioridades sin que se crucen.


3. Organízate para crear rutinas en el trabajo y el hogar
Algunas veces el ser una mujer exitosa en el trabajo provoca que haya un exceso de actividades. Lo mejor es que planifiques tu día, semana o mes para llevarlas a cabo con orden. Utiliza agendas con recordatorios automáticos, gestores de tareas y apps tipo checklist. De está forma, podrás tener un registro de las juntas, tus propios avances, lo correspondiente a los compañeros y, de igual forma, del estatus de tu equipo (si es que tienes un puesto de liderazgo).
Cuando estás en tu hogar, puedes organizarte para ver lo que es mejor adelantar un día antes como los almuerzos de los niños o cuándo debes hacer los quehaceres más pesados de la casa. También puedes proponer una cartulina, pizarra o un grupo de WhatsApp donde se visualicen las actividades de toda la familia. Además, toma con igual importancia hacer espacio todos los días para convivir con tu familia:
●Haz que la cena sea un momento de compañía familiar.
●Dedica al menos de 15 a 30 minutos para estar al día con tus hijos.
●Procura que el fin de semana sea para hacer actividades que todos disfruten.
4. Confía en otros profesionales y acepta ayuda
Muchas veces cuesta delegar tareas a otros miembros del equipo o a la propia familia. Al ser una madre trabajadora te acostumbras a solucionar todo, pero es importante entender que no puedes hacer todo por ti misma. En la oficina también hay otros profesionales capacitados que por algo tienen un puesto en específico. Si eres líder del personal, confía en las habilidades de tu equipo para que te concentres en lo que debes hacer.
En casa debes aplicar algo similar al trabajo. Dile adiós a la costumbre de que la mamá hace todo, mejor comparte responsabilidades con tu pareja o familiares. Incluso, si tus hijos ya no son unos bebés, involúcralos en los quehaceres del hogar. Recuerda que delegar no es un signo de debilidad, sino una estrategia inteligente para tener un balance en tu vida.

