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Gracias a que la tecnología está en el nivel del que gozamos, todo es tan portátil y accesible, podemos trabajar casi en cualquier cosa y desde cualquier lugar. Una presentación demandante preparada frente al mar o una junta rápida mientras tienes enfrente un bosque, sabe siempre mejor.
Sí, el mundo digital nos ha cambiado la vida (y nos la ha facilitado en tiempos demandantes como estos). Pero, si hemos de ser sinceros, nos mantiene conectados más de la cuenta.
Es muy probable que les haya pasado: están en el mar, hay una puesta de sol espectacular y más de una persona (si no es que tú mismo) está tan concentrado en captar el momento con su teléfono, que todo lo ves a través de la pantalla.
Un instante que debería darte paz, te estresa porque necesitas tener la imagen precisa y el video perfecto.
Y como el ejemplo anterior, muchos más.
¿Realmente dejas tu teléfono o tu Tablet a un lado y disfrutas en paz un espectáculo natural? Si tienes una cita de dos, ¿te olvidas de tu dispositivo? ¿Te vas a la cama mirando tu cel o realmente lo apagas y concilias el sueño en tiempo y forma?
Si logras no depender de tu teléfono, usarlo de manera responsable, sana y respetuosa con los demás, ¡felicidades! Si no, unas palabras de aliento: no eres el único.
La salud y la tecnología
El uso sin medida del teléfono móvil y otros dispositivos digitales trae consigo cuantiosos trastornos y enfermedades.
Entre ellos podemos resaltar el sedentarismo y, por ende, sobrepeso. Trastornos severos del sueño. Fatiga y problemas de la vista. Aislamiento social (especialmente en niños y adolescentes). Incluso, hay una fobia a no tener a la mano el equipo, se llama nomofonia.
Poco a poco
Cada uno conoce sus límites y todo depende de la magnitud del problema, pero quizá sea buena idea arrancar poco a poco.
Mirar a los ojos de tu interlocutor es un buen comienzo. Deja tu celular cuando vayas al baño y sácalo del cuarto cuando vayas a dormir ¿Suena muy complicado?
Puedes cambiar una hora frente a la pantalla por el mismo tiempo de caminata en algún parque cercano. Quizá te suene bien hacer algún platillo sabroso (sin buscar a receta en internet). Trata de ver una película o tu serie favorita y dejar tu teléfono en un cajón, apagado, de tal manera que no te interrumpa nada ni nadie.
Planea una cena romántica (puede ser en casa) y que las reglas principales sean no fotos, no historias de Instagram, no celulares.
Cuando termines de trabajar, no tengas los dispositivos cerca de ti. De lo contrario, responderás correos a la hora que sea, sin poner límites (a ti mismo, que es lo más importante).
Incluso hay quienes buscan un lugar donde no haya cobertura para escapar unos días y refugiarse en el silencio. Es la única manera que encuentran para lograr un verdadero descanso.
Con pequeñas o grandes acciones, lo que vale es despegarnos sanamente de nuestra extensión tecnológica. No forma parte de nuestro cuerpo, no es natural. Ayuda, sí, pero perjudica en exceso.
Respira y date el lujo de observar, disfrutar y vivir a través de tus propios ojos, no de una pantalla.