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Hay literatura al respecto. Así es, libros que abordan el tema con profunda seriedad. Todos coinciden que, salvo puntuales excepciones, en la Grecia Clásica y la Antigua Roma el baño constituía un acto público y social.
Frio, tibio y caliente o de vapor, eran un punto de reunión y culto al cuerpo.
Otros apuntes sugieren que los baños colectivos surgieron en la India, hace 5 mil años.
Hay reportes de baños públicos en Babilonia, hace 4 mil años. Más que una práctica de aseo era un ritual de purificación. De Creta, la isla más grande de Grecia, se reconocen las tinas y los retretes más parecidos a los actuales.
Sin importar el lugar y la época en que se sitúe, la historia de los baños no se limita al uso del agua. También se hacían de tierra, de hojas y plantas diversas.
Muchos de ellos eran con fines curativos y de magia. De hecho, en algunas religiones como la yoruba (la que llevaron los negros esclavos africanos a las islas del caribe) es muy común tomarlos con pétalos de flores y un poco de miel.
Aunque hoy tomar un baño es hábito diario (y uno de los momentos del día que más disfrutamos) en algún momento de la historia el poco hábito condujo a crisis sanitarias como la peste bubónica y el cólera.
La historia ¨delata¨ a personajes importantes de esta como la reina Isabel de Castilla, quien se supone solamente tomó dos baños en su vida por la creencia de que, al abrirse los poros, entraban las infecciones.
Así que ella y muchas personas de su época (1474-1504) usaban potentes fragancias y ropa en abundancia para ocultar los olores desagradables.
En contraste, Cleopatra (69 a.C.) era famosa entre otras cosas por sus largos baños en leche de burra, manzanilla y agua de azahar.
Para los egipcios, tomar un baño era cosa de las clases sociales altas. Los esclavos acicalaban a sus señores con aceites cuyas recetas eran secretas. También, a falta de jabón como lo conocemos hoy en día, se usaba hierbas con grasa de animal.
Los más pobres, aplicaban arena en sus cuerpos para retirar la suciedad.
¿Les suena al exfoliante como lo conocemos actualmente?
Según Joel Sanders, en su artículo La evolución de los baños: Lecciones históricas para aspirar a un futuro con espacios seguros e inclusivos, a mediados del siglo XIX, los valores de la era victoriana y los avances en la ciencia médica llevaron a una reivindicación de la limpieza corporal en Gran Bretaña y Norteamérica.
Sir John Harrington instaló el primer inodoro con descarga de agua en su casa de Bath en 1596. La práctica se hizo popular en la Gran Exposición de 1851, donde se exhibió un modelo diseñado por Thomas Crapper para ser producido en masa.
Apunta, además, que se necesitó una crisis sanitaria como la Gran Peste de 1858, para desencadenar la construcción del extenso sistema de alcantarillado urbano de Londres.
El agua corriente, junto con la llegada de los sanitarios producidos en masa, allanó el camino para que los inodoros domésticos se convirtieran en una necesidad asequible para las clases altas y medias.
Por primera vez, dos actividades previamente segregadas -lavado y eliminación-, se unieron en una habitación cerrada, el baño privado que hoy tan incorporado tenemos a nuestras vidas.
¿Habrías imaginado que lo que hoy es uno de tus espacios privados, tuviera una historia tan tormentosa? Vale la pena conocerla para apreciarlo aún más.