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Cumplir expectativas es un enorme reto, pero Jimena Fernández y su equipo se esmeran para cambiar vidas. Conversamos con ella en una charla franca, donde nos admiramos por su esencia y sencillez.
Con 18 años de experiencia y múltiples premios a su trayectoria, Jimena Fernández tuvo la dicha de identificar su pasión desde muy joven. ¨Disfrutaba estar en los espacios y observar.
Aunque estudié arquitectura la vida te va llevando a especializarte. Así que en el día a día te das cuenta de cuál es tu vocación¨, dijo.
Con la importancia que tiene ver siempre el lado humano a las cosas, en su mente tiene presente que, con su trabajo, cambia vidas. ¨Cuando ves la respuesta de los clientes, cómo reaccionan al llegar al espacio y saber que es exactamente lo que esperaban.
Más que crear esculturas al ego, se trata de disfrutar cómo se ven en ese espacio a ellos mismos. Me apasiona ser una herramienta para apoyarlos¨, confesó la artista.
A pregunta expresa si sus trabajos tienen algún sello en el que sea fácil identificar su autoría, la diseñadora explicó que todos son distintos porque son para personas diferentes.
De hecho, aseguró que jamás incluirá un elemento para que sepan que una obra es de su despacho. ¡Al contrario! ¨El común denominador de todos mis trabajos es la pasión por el concepto y por lo que el cliente quiere¨.
Jimena reconoce que los grandes de la arquitectura son parte importante de su formación, pero aseguró que sus verdaderos maestros son sus clientes, sus colegas del despacho y en especial, sus alumnos.
Tiene la humildad para admitir que todos los días aprende algo nuevo. ¨Mi equipo me inspira. Mis alumnos me cuestionan. Esos son mis héroes de la arquitectura¨.
Para trabajar en la arquitectura emocional, la creadora tiene que conocer el espacio y sentarse con sus clientes. Les pregunta cómo visualizan el lugar en los siguientes 5 y 10 años.
Van a crecer sus hijos, serán adolescentes y después la casa será solamente para ellos. Todo eso hay que tomarlo en cuenta, ¿lo habrías pensado? Teniendo esta información, se plasma la idea en papel en una propuesta coherente.
Jimena y su equipo se mantienen muy cercanos al equipo que hace toda la construcción y una vez terminado el proyecto se sienta con sus clientes para saber qué opinan del espacio, les pregunta si se cumplieron sus expectativas y si son felices ahí.
Cuando se satura, la diseñadora toma un respiro. Platica con sus amigos, está un rato con sus hijos y así, se destraban las ideas. Ella lo llama limpieza mental.
Trabaja con sus alumnos y con su equipo. Si está corrigiendo un proyecto, puede salir una idea que le haga sentido y ¡se libera! Ella ama los espacios al aire libre como los jardines, las playas y las montañas. ¨En esas emociones que generas cuando estás haciendo lo que te gusta, encuentro inspiración¨.
Jimena está convencida de que su obra favorita es la última que realizó y el mejor, es el que viene, porque irá limpiando el proceso y mejorando la metodología. Sobre el futuro inmediato, insistió la importancia que tiene para ella la academia.
¨Para mí es un honor dar clases con toda la responsabilidad que eso conlleva. También, quiero seguir depurando el tema del diseño e incluso empezamos a pensar ya en el Metaverso, que parece un futuro muy lejano pero que ya está aquí a la vuelta de la esquina¨.
Pero en especial, esta artista quiere entender mejor al ser humano y qué necesita para sobrellevar todas las cosas y llegar a su mejor versión.