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Cómo nos vestimos y de qué manera están decorados nuestros espacios: eso bastará para darles a los demás una idea de quiénes somos.
Decir cómo somos sin hablar. Basta con mostrar nuestro atuendo, dejar ver los accesorios que portamos o abrir las puertas de nuestra casa (incluso virtualmente).
No hace falta decir una palabra. Con la manera en que nos vestimos o cómo tenemos los espacios que habitamos, compartimos si somos casuales, refinados, atrevidos, ordenados, limpios, a la moda y mucho, pero muchísimo más.
Tanto la moda como el diseño de interiores reflejan nuestra manera de ser y vivir. Y esto, porque son disciplinas íntimamente ligadas a las tendencias.
Hay infinidad de diseñadores de moda que dedican colecciones enteras a una ciudad por sus edificaciones, colores y hasta su sabor.
Bastará con que se fije el color de Pantone predominante el próximo año para que, en ambas disciplinas, sea el tono que sobresalga.
Los bloques de colores, las curvas, los tejidos orgánicos y el uso de materiales reciclados son tan sólo algunos de los recursos que vienen y van de una disciplina a la otra para crear un todo muy orgánico.
Incluso marcas que empezaron con la moda han abierto sus horizontales de diseño para el hogar con tremendo éxito. ¿Ejemplos? ¡Sobran! Hermès, Tiffany, Fendi, Roberto Cavalli, Vera Wang, Armani, Louis Vuitton y hasta Zara.
Las marcas de moda han dado un paso más allá, donde las piezas rompen las fronteras de las vitrinas y las pasarelas para fundirse, armoniosamente, con la arquitectura. Hablamos, claro está, de los hoteles.
Armani tiene dos, Bvlgari está por abrir uno en Miami y otro en Los Ángeles y Versace en Australia. Y qué decir del café de Tiffany en Nueva York…
En resumen, dos disciplinas que abrazan las tendencias y dicen mucho de quienes las siguen. ¿Habías reflexionado al respecto?