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Productos ecológicos: qué sí y qué no hace bien al medio ambiente

Productos ecológicos: qué sí y qué no hace bien al medio ambiente

Seguramente has escuchado diversos consejos para tener un menor impacto ambiental y generar cambios positivos, ya sea con ahorro de agua, menos emisiones de carbono o con el uso de productos que se degradan de forma rápida. Sin embargo, no todas las soluciones son siempre benéficas, y en algunos casos pueden ser más perjudiciales, pero no lo imaginábamos.

Uno de los motivos para que se den estas confusiones es no revisar la forma en que se produce aquello que consumimos y solo tomar en cuenta el problema que intenta resolver. También, pueden influir estas categorías con las que a veces se comercializan las cosas, como ecofriendly o amigables con el ambiente, pero en realidad solo cumplen esto de forma parcial. El resultado es, literal, que la posible solución resulta más negativa. ¿Te imaginas ya algunos casos en los que aplica esto? Aquí te presentamos algunos productos que no ayudan al medio ambiente y cómo puedes sustituirlos por opciones realmente ecológicas. 

Las bolsas de algodón

Las llamadas tote bags han crecido en popularidad, no solo por ser alternativas al uso de bolsas de plástico, sino por sus diseños y practicidad. No obstante, en el proceso de fabricación de una bolsa de este tipo se emiten grandes cantidades de dióxido de carbono y se requieren igualmente altas cantidades de agua. También, el proceso de reciclaje es complicado por el tipo de fibras con las que están hechas. 

¿Cuál es la opción? Si ya tienes una de estas bolsas en casa, los especialistas recomiendan dejar de adquirir más y usar la mayor cantidad de veces la que ya adquiriste para que realmente sea sustentable. Un estudio de 2023 de la Universitat Oberta de Catalunya revela que una tote bag debería usarse diariamente durante 54 años para que su impacto fuera menor a las implicaciones de su producción. Por su parte, el Ministerio de Medio Ambiente de Dinamarca determinó en 2018 que si están hechas de algodón normal, requiere que las uses unas 7100 veces.  

Recuerda, además, que puedes reutilizar lo que ya tienes en casa y reciclar lo existente para evitar así una demanda innecesaria de un producto que no es exactamente ecológico.

Frutas y verduras ecológicas (y productos naturales)

Si bien es cierto que estos comestibles tuvieron un menor uso de pesticidas, herbicidas y químicos que dañan tu salud y el ambiente, puede que no sean tan buena opción al final de cuentas. Para que realmente se produzca la protección ecológica, deberías verificar aspectos como los procesos de riego y la procedencia de estos alimentos, pues su transporte en largas distancias anula cualquier beneficio al ambiente. Lo mismo aplica para etiquetados de productos naturales, pero con procesos de extracción dudosa y que literalmente vienen del otro lado del planeta.

En su lugar, recurre a productos de temporada y de proximidad para garantizar un menor impacto ambiental. También puedes cerciorarte de los procesos de cultivo, las condiciones de las personas que trabajaron en ello y el impacto que la compra genera en la comunidad. Un ejemplo muy común son los mercados, pero también puedes ir más allá y explorar con productores hiperlocales. 

Leches vegetales (mal envasadas)

Primero, hay que decir que las leches vegetales que recurren a extractos de semillas y cereales son más ecológicas que las tradicionales de vaca. Por ejemplo, la producción de un litro de leche de vaca emite 1.6 kilos de carbono contra los 360 gramos de un litro de leche de almendra, según el Institute of the Environment and Sustentability. Pero el problema comienza en dos aspectos: el relacionado con la producción industrial y el envasado. Del primero, resulta que producir almendras en gran escala, por ejemplo, requiere mucha agua. Y si a eso se suma el empaque tetrabrik, se vuelve una opción menos sustentable, pues estos cartones son muy difíciles de reciclar por contener capas de plástico. 

La solución entonces pasa por dos posibilidades. Producir tu propia leche de semillas con una receta sencilla que solo implica remojar las almendras, licuarlas y colar, y la segunda opción es comprar leches vegetales en envases de vidrio, que es de los materiales más sencillos de reciclar. 

Los popotes de acero inoxidable

Seguramente viste el video de una tortuga a la que le retiran un popote de plástico de la fosa nasal y que a partir de ello empezó una revolución contra estos objetos de plástico. Pues bien, la solución de acero inoxidable no es tan ecológica como supone: producir popotes de este material es 10 veces más contaminante que hacer popotes de plástico, según un estudio de Engr308 Technology and the Environment y la Oficina de Sostenibilidad de Cal Poly Humboldt, y para compensar este impacto tendría que usarse unas 20 000 veces. 

Eso sí, el metal o acero inoxidable es más fácil de reciclar que los popotes de plástico, pero muchos de ellos tampoco se producen de forma local, así que nuevamente se da esta implicación negativa del traslado. 

En su lugar, la respuesta parece simple: no usar ningún tipo de popote. Incluso las opciones de materiales naturales pueden traer más problemas que soluciones, como empaquetados en papel, que producen más basura, y hasta usos poco eficaces. 

¿Qué otro producto crees que no ayuda realmente al medio ambiente?